“Las prácticas de producción simbólica en el ámbito del significante visual ostentan frente a esta crucial responsabilidad, dos potencias que las señalan como decisivos factores de cara a la producción identitaria: primero, su capacidad de inducir su propia actuación, y segundo, su capacidad de generar sociabilidad, mediante el establecimiento de comunidades de reconocimiento en los procesos de identificación con los imaginarios distribuidos”. (Brea, 2009, 19).
En mi vida cotidiana,Yo me construyo un cuerpo frente al extraño, frente al otro. este simulacro, acto de posar, lo concibo como una organicidad o naturalidad intrínseca de los seres humanos, que nos permite poder relacionarnos, agruparnos y vivir en comunidad. Alguno se pretende, y posa como tal, para que así le vean y le reconozcan.
La imagen reafirma esta construcción: las ficciones del yo que me representan en la imagen se convierten en una representación de mi ser. La fotografía me permite añadir mi deseo, ritualizar mi afectividad. Mis selfies son la escritura de mi apariencia. El realismo que quiero construir no tiene nada que ver con lo real, esta ideología de la representación obedece a una pulsión interna. En mi feed, puedo observar la información que algún espectador reconstruye sobre mí, sobre Jose Daniel Velasco Ulloa, pero solo yo puedo percatarme de la manera en que esas imágenes, esa información en código binario, representa la visión que tengo de mí mismo, o la visión de mí mismo escogida y curada para ser proyectada en beats en una plataforma específica de Internet.