La fotografía es narración, es cuando tomo una imagen y la convierto en acontecimiento. mi relato de identidad, aquel que construyó escogiendo y disponiendo mis imágenes en un perfil de cierta manera, supondría entonces un hecho literario, un modo de construirme para comunicarme con el otro. La fotografía es un acto interpretativo y conversacional, estoy representando imaginarios que hay en mi cabeza. el estatus estético de mis imágenes está determinado por la función social que se les asignan.
Stefan Bollman, en su texto Introducción al ciberespacio, menciona que “Según la definición de Jaron Lanier, debe llamarse virtual a algo que sólo existe como imagen electrónica, y por tanto no posee una materialidad concreta. En el caso de la red de datos y comunicación, el espacio virtual del ciberespacio para situar nuestra relación con otras personas en un nuevo nivel.”. Básicamente, mi razón para tener Instagram es la consciencia de este nuevo nivel, un nivel que actualmente se reconstruye y resignifica constantemente, con una velocidad de cambio creciente y exponencial. Las redes sociales son una plataforma de comunicación escogida, filtrada por algoritmos que escogen el círculo o red a la que pertenecemos. Las imágenes que escojo y decido publicar, me ubican o posicionan en una red, en unos perfiles específicos de espectadores y en unas interacciones que se pueden traspasar al plano real, y viceversa.